domingo, 29 de mayo de 2016

sin título 4 (you mesmerizer)

Quizás tenga el corazón a prueba de balas,
pero no de pruebas.
Cedo mis manos a la ciencia del placer,
del escucharte sonreir susurrando
o dejar que lances un suspiro entre dientes.

Para cuándo mis dedos a tus órdenes,
sobre las cuerdas o alrededor
de una cerveza que me ofreces,
en tu cuello o acariciando tu lengua.
Quiero recorrer esa flor de humedad
después de dejarla hablar una semana,
de aprender de tus palabras,
mientras me desafío a averiguar
qué pensarás al siguiente paso.

Y siempre coincidiendo.

Aunque no sé
si tus palabras saben a café
o huelen a amoniaco.

Quiero tocar Spider Dance en tus costillas,
hacer relucir esa sonrisa
mientras cantas libre y sin vergüenza.
Y desnudarte
sería cualquier cosa
menos un acto vacío;
prometo bucear en tus pupilas
mientras nos partimos en dos tan dulcemente.

De verdad que ya dejo el rollo indie,
pero no sueltes la guitarra;
solo soltémonos nosotros.
Te prometo que habrá más café con hielo,
que seguiré cerrando los ojos
para oirte poner música a la tormenta.

Buscar una explicación
mientras no callamos en tres horas.

lunes, 23 de mayo de 2016

Espacios nocturnos

Podría ser cualquier otra hora menos la que marcaba el reloj casi escondido en la esquina de las paredes amarillas. La luz macilenta se desbordaba fuera de las paredes, fuera de las ventanas, sobre la acera. El cemento bañado en aquella luz mortecina llevaba horas sin soportar un solo paso, porque los clientes del bar no tenían más razón para estar allí esa noche que estar allí, y no fuera; no les quedaba valor. Era sólo otra de las noches de apatía de una década a la que la historia sumiría en el polvo, de un barrio, de una calle que jamás nadie recordaría. Sólo estaban acodados en la barra porque esperaban que una de aquellas horas de tiniebla los arrastrara por fin en lugar de apagar su desgracia durante unos instantes.

jueves, 19 de mayo de 2016

Estupidez volcánica

Me he dejado media vida fuera;
algún capullo ha ido por ahí diciendo
que cuido demasiado de las flores y las bestias,
que sonrío en vez de herir.
Las hay
que buscan un imbécil que no condecore sus propios méritos,
algún alma prescindible que canjear por sexo vacío,
y cuando encuentran a alguien que contesta,
se asustan.

Yo continúo estremecido
y confirmo
que es mejor no buscar tanto en el cielo,
porque en Valladolid no se ven estrellas;
en vez de eso
yo me acojo
a los ladrillos de paredes conocidas,
de muros en los que apoyarme
para desprenderme del dolor y empapar con él su polvo,
o para tomar aliento
y buscar refugio.

Soy el peor de los pecadores;
mi delito es sucumbir a los otros
en lugar de mirar por mí.
Qué sencillo sería
si las noches de abatida las levantara
coronado en mi libido por mis dedos hábiles,
mi lengua audaz,
y lo que se desate después sobre las sábanas.
Creo que mi mayor temor
es desnudarme como hago ahora
y que no signifique nada.

A ver cómo me deja la noche la calle,
porque la sed me araña la garganta,
y hay tantas bocas de las que beber
que sé que no puedo fiarme de todas.

martes, 3 de mayo de 2016

Sunbleached

También son reinas tus piernas
de las puntas de mis dedos,
pistas para alzar mi lengua
y en tu piel desterrar miedos.

Nadie por las calles

"Me gustaría saber
si esta ciudad tiene más luz",
y los que te cantaban sin saberlo,
como yo,
no te esperaban.

Imaginaba con tu rostro
de pluma negra y luna recién levantadas
que tus labios sonreirían
tras vaciar mi cafetera.

En mi propio amanecer
te soñé con otro nombre y gesto,
pero cómo acerté en pintarte
desde tu pupila descendente,
puente a tus miradas grandes,
tus tragos lentos,
el sol blanco de tu piel desnuda.

Y espero que en mi desastre
pongas estrellas al desasosiego
y amaneceres hasta que sobren;
hace mucho que deseo preguntarme
"¿de dónde sale esa luz?",
y fijarme en tus ojos.