lunes, 25 de abril de 2016

sin título 3

Jamás te quedas a medias en tus miradas
porque te gusta ser profunda.
Siempre que sonríes
tengo la sensación
de que haces fuerza desnuda,
como de piel
contra piel,
y eres capaz de derribarme
simplemente con ser blanda.

Soy capaz de distinguir en la penumbra
el dilatarse brillante
de tus pupilas dispares,
y sumirme hipnotizado
es tan sencillo
como apreciar los cambios de presión
con un movimiento
de mis huellas dactilares.

Alguna vez
me dejaré reflejar
en el espejo suave de tu vientre,
víctima de tus luces y caricias,
y me harás
arquitecto
de tus curvas.

Sólo por sonreirme así,
desnudos en un valle de lenguas,
hagámonos temblar.

miércoles, 20 de abril de 2016

Posesión de primavera

Llevo toda la noche imaginando una escena
que el anochecer no arrastre consigo,
que no olvide
ni abandone bajo la lluvia tibia de abril.

Estoy esperando,
actuando despacio,
tomando posesión de este rincón del bar.
Se presagia,
se advierte,
y disfrutamos sonriendo en silencio
del blando baile de miradas e indirectas.

Será la época
que el deseo difumina,
la ambivalencia de los árboles
agitando sus manos de colores,
el hecho de que las camas
se sienten frías
y no tienen por qué estarlo.

sábado, 16 de abril de 2016

Anomalomancias

Anomalomancia #1

Cuánto hace
y suenas a metal limpio,
a desgracia
y a impactos.

Y no sueñas
por respeto indefectible
al muro de rarezas
                            separación
y no marcharse.

Anomalomancia #2

si a partir del hundirse
en lo profundo
es tu carne mi crujido entre los dientes,

y el abismo,
sólo dos:
mordisco y metal

el apresar se hunde,
el desvestir se arroja
y el hálito maldice aquel recuerdo

y el abismo
sólo tres:
el morir, el vivir, y el esperar

cómo si no concebir
vicio y desgarro
como artes encontradas al alba

y el desvelo
sólo diez:
siete días desangrado y tres de adiós

al humo mi perfidia,
a la noche el muro
en el que escondes lo que odias al callar

y el ruido blanco,
sólo mil,
pero ninguno yo.

Anomalomancia #3

Amarillo de escarnio y traición,
tiñendo el asfalto
el día en que mueren los infames.

Como una vegetación bizarra,
se desgarran sus raíces del papel de la Historia,

y, parásitos, desmenuzan
hoy y mañana
las palabras tergiversadas
de los últimos luchadores en pie.

Desvertebrados nunca;
mientras ellos hacen inventario
de inocentes silenciados,
yo lo hago de cabezas desgraciadas.

martes, 12 de abril de 2016

The early (rainy morning)

Si realmente tenías ganas de salir afuera
es porque ya tenías el café
punteado en las mejillas,
y esa caricia marrón amargo
te acompaña desde que sales de las sábanas.

Y mientras, llueve afuera,
el aire se vuelve gris y húmedo en la garganta,
por las ventanas el agua hace carreras
y enturbia la luz.
Tú te sumerges en la ropa,
te envuelves en música
que acompaña al paisaje,
evadiendo a la mañana de tus propios pasos.

Al café le gusta saberse cálido en tu boca,
y por la noche se olvidará la escena;
todo queda entre vosotros
y esa sonrisa,
como un girasol abierto bajo la lluvia.

miércoles, 6 de abril de 2016

Ensayo sobre la épica

Tal vez no haya dias mejores para morir
que este que nos brinda el cielo
con gesto huraño,
pues no quiere en nuestro rostro un sol
que rivalice con el suyo.

Ese sol,
torcido o pleno,
es sonreir como quien enarbola una lanza.
¡Lanzadla al pecho de la desidia,
y que los días grises os llenen el corazón
como las noches de verano!
¡Como si el cielo se voltease
y el astro que escondiesen las nubes
fuésemos nosotros!

Tal vez no haya en la vida
días mejores para morir que este,
y si toca, ¡bailemos por última vez!
En mi funeral
quiero a toda la gente viva,
que con un muerto hay bastante.
Bebed a mi salud,
y si lloráis,
que sea porque os dejé un buen recuerdo,
y desearíais que fuese más largo.

Al diablo esa pereza destructora,
haced de cada día un palacio,
de cada paso un arte,
de cada beso una despedida alegre,
de cada gemido una nueva estrella
en el cielo azul oscuro de las vidas trabajadas.

El día mejor para partir
no es ningun otro
que aquel en el que hayamos terminado todo.
Por eso hay que tener siempre
la pluma afilada,
la espada envainada al punto,
la elegancia abotonada en torno
y la sonrisa cruzada y brillante,
como un sol.