martes, 22 de diciembre de 2015

Perder mi miedo

Voy a extasiarme
a la puerta
de tu sonrisa descendente

a precipitarme
con sumo cuidado
sobre los labios
que me llaman discretos
cuando deje de temer
que no me pretendas
ahí

Voy a extasiarme
en la plenitud
del pequeño milagro
de tu sonrisa tras la carrera
del negro tornado en oro
en los dos
igual brillante

Creo que voy
a perderme un poco
para empezar
en tu mirar
tranquilo

en mi admiración
por tu luz
en tu boca
entrecerrada
si decide susurrarme
"acércate"

lunes, 14 de diciembre de 2015

Apágate

Apágate.
No despiertes.
Deja que yo me encargue
de apagar todas las luces
y quitarte las espinas.

domingo, 13 de diciembre de 2015

sin título 2

Ardo
misérrimo
en la penumbra de tu escote

Mientras
el vaso vuelca
mi mirada
se despega de ti
el anhelo
se abre

Mientras
el país
perdido
de tu piel cinérea
me cierra
los ojos

Me cierra
la puerta
¿me escucha?
arder en tu penumbra
de senos
anhelados y anhelantes

Me incorporo
de la duermevela
a tus iris
me pierdo
en verde

Mientras
divago y
como pronto
a la hora
del café bombón
respiro antes
de hablar pronto

Mientras
espero
renazco despacio
tras la vuelta
completa
de rigor
disuelto

jueves, 10 de diciembre de 2015

sin título

en la cabeza
roto
deshecho en el desahucio
emotivo
caído en la dulce desgracia
de esperar

atenazado en lento
de nieblas
de vientos parados
entre tu pelo
de farola derramada

y mis dedos
tienen más miedo
de tocarte a ti
que de desgranar
el marfil
de un piano

pero respiras
detrás del oro y la espuma
despacio
y cálida despiertas
mirando
desde tus ojos de bosque

y yo quiero
que despiertes
sostenida
como un verso entre
tus labios
tus manos
tus párpados

como miradas
perdidas entre instantes
temerosas
suspendidas en deleite
de tu voz tranquila

en estos
domingos dolorosos
sueño
con quedar dormido
al pie
de tu efigie
colgado de tu arte

no caigo
espero
respiro
no en vano

te admiro
PerVersos - 10/12/2015

martes, 8 de diciembre de 2015

El roto Mirosevich

Y sólo él.
Sólo este cielo
inabarcable
sobre nuestras cabezas,
nuestras vidas
nuestros extraños
recuerdos
en cada acera.

Roto él,
sólo él.
Roto
como el contacto
con esos ojos,
ese pelo oscuro.

Roto, pero entero
porque no lo he
vuelto
a ver;

creo que aquí
hace más frío que en su casa.
Al menos,
aquí la niebla
viene cargada
de dolores centenarios
(según los días vividos).

Luego
la lluvia sobre el suelo,
disipando
abriendo el cielo
poco a poco
devolviendo el sol
a los ojos
de los charcos.

sábado, 5 de diciembre de 2015

ADDING DATA

I’m the leader
of the TVs,
adding data
to your needings.

Hating people,
hating mirrors,
mirror scratching,
breaking scissors.

Like a phoenix,
breathing Kleenex,
tasty cleavage,
resting sleepless.

In a bottle,
drowning trouble,
indeed, beating
all the feelings.

And again not
just a copy,
but a junkie,
of the hopeless.

In the thunders
of its own gray
there is no way,
no more murders.

Glory of sadness,
crying lightnings,
adding data
for your madness.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Calle fría y extraña nº 10

Ahora que estoy perdido en mi propia casa
puedo afirmar
sin miedo a estar en lo cierto:

que me falta oxígeno
como el que emite
una boca ajena
-nunca se me dieron bien las ciencias,
pero ella era más que una persona

que me da miedo entrar
por una puerta extraña
aunque esté abierta;
necesitaba escaparme,
pero la cobardía conoce mis pasos
mejor que yo

que he optado por escapar,
pero no tengo dónde
y ahora vago apátrida
en la ribera

ojalá estuvieras en esa ventana,
porque así podría subir hasta tu casa
-sigo sin saber bien dónde vives-
y lloraríamos juntos.

Tengo las manos heladas
no hay luz
esto no es poesía;
sólo un dolor sordo
que parecía mitigado
y sólo espera
que llegue por fin lo que
creo
que me espera.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Esquina (Núñez de Arce con Alonso Pesquera)

-Una vez me lancé por esa ventana.
-¿La de esa casa?
-Sí.
-¿Pero cuál, la de arriba?
-La del tejado.
-Ni de broma. Estarías muerta.
-Bueno, aquí estoy. ¿No me ves?
-Bueno, pues eso: si te hubieras tirado desde ahí como mínimo te habrías roto algo...
-No me has entendido. He dicho que me lancé por esa ventana. No desde ella.
-¿Te lanzaste... a dónde, exactamente?
-Hacia dentro, claro.
-Y... ¿por qué?
-Había algo ahí dentro que creía que era de mi pasado. Pero no llegue a comprobarlo.
-¿Cómo? ¿No te habías...?
-Sí, claro. Pero desde el suelo no llego. Pensaré algo mejor la próxima vez.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

¡Lumen!

“¡Lumen!”, dijo Cerumen. ¡Y chocapic!
¡Mágico! ¡Mágico adalid de la Rekka! No nació ni para cabalgar ni para cortar dragones con espada, sólo para andar y andar rastrillando los caminos que en otra ocasión llevarían a héroes de perverso coraje. Nada más que aquello podía entenderse como un calabozo de cajas verdes, pero Cerumen espirmó los indulgentes fragmentos de bombas de chocolate y agalquieron como fíbulas descargadas.
Old Tronak lo vio por los caminos y en su corcel cargó con su cuerpo agotado por la magia y el Egerjérito místico del chocapic azucarado. Un corcel morfosintáctico, dicho sea de paso, agarrotado por las reglas de la lengua. La coraza de Tronak era densa como una clase de anacolutos normativos a horas frías e intempestivas, y el corcel, siendo morfosintáctico como era, comprendía que todos los prefijos se hacían a aquella imagen obtusa y, aunque los comprendía, le pesaban en los párpados. Su cara de hastío en estos conceptos era bastante evidente incluso tratándose de un caballo.
Y Tronak clamó en voz baja, puesto que a su acompañante maltrecho le dolían incluso las palabras a ciertos decibelios:
-Pardiez, mi buen hermano, si sois capaz de espirmar el elemento átono, ¿por qué no hacéis lo propio con las buenas calzantes de chocapic de mastía? Seríais sin duda reconocido muy pronto como el Sirme Sinduda de toda la Comarca Alquitranada.
El maltrecho y descargado Cerumen se pronunció con dificultad:
-Señor caballero de…
-Corcelero, hermano, corcelero.
-Señor corcelero de comarca, el reenvío de las mágicas fibras del Egerjérito no se realiza tan a menudo como en la Rekka nos gustaría. Para seros sincero, el agalquimiento se nos complica cada muhelseseWEHE!
-¡Señor mío, ¿qué os sucede?!
-Discúlpeme, corcelero. La mística tiene sus complicaciones neuronales a niveles bastante preocupantesWÉPALE! Perdón, creo que ya está. Como le decía, el agalquimiento cada vez se vuelve más tortuoso y pesado. Una repartía lógica precisaría doce terruños de, si estoy en lo correcto, tierra de las Áridas color azul tortilla.
-¿Azul tortilla? ¡Pardiez, mi buen señor, habrase visto tal color en nuestras tierras!
-No, señor mío, por supuesto –rió Cerumen-. Para ello habría que espirmar como un poseso, y no habiendo cajas verdes se podría producir una quiebra irreversible del espaciotiempo. Eso no es problema porque aquí las cajas verdes yacen en calabozos pagando sus crímenes con la Comarca, ¿no es así?
-No, sior. Emigraron a su universo. Fueron liberadas cuando las autoridades del Gruego coincidieron en que… bueno, son cajas. Verdes, pero cajas.
-De modo que ya no están aquí…
-Me temo que no, caballero Cerumen. Pero vos no habéis espirmado cual poseso, ¿verdad?

-Bueno, si os soy sincer-

lunes, 9 de noviembre de 2015

El espectro, el deber

Una noche que no va bien,
cargada de culpa,
de desagrado,
de cuerdas rotas.

Diría -no lo tengo claro-
que todo es cosa
                            de que ser yo
no es sino el más normal
de todos mis problemas,
                             pero es que además
                                                             es el primero.

Pues otra vez a caer un poquito,
y ¿sabes qué?-

tú no vas a caer detrás.

Por la sencilla razón de que no estás.

Puedo encabritarme, invocar
señales errantes entre mis cuerdas rugientes
maldecir,
romper más cosas
-pronto esta casa será una ruina dos veces-
                          pero eso no quitará para que pierda
pensando en qué tendrá esa sonrisa
tan rara
ese cuerpo blando
esos dedos entre mi pelo

El caso es que quizá,
-y no debería, pero dudo-
podría darse la circunstancia a favor.

                         pero dudo

porque cuento a día de hoy demasiado bien
las cervezas
las sonrisas
las caricias
los chistes
los momentos de chica adorable

los errores
las suertes absurdas
las miradas
las palabras a voces al oído en un concierto
las manos
                en tu cintura
                                     y en la mía

Las dos holgazanas, cielo.
Las dos muy cómodas.
No me engañes. Piénsalo.


jueves, 22 de octubre de 2015

La sublime elegancia de las chaquetas de cuero con cremalleras de alcanfor y su relevancia en la humedad del suelo

Históricamente, un proceso biológico ha venido determinando la cualidad del cerramiento del alcanfor como baclera para la piel curtida. La vestimenta más evolucionada, descendiente directo de los trofeos de caza vestidos generaciones antes del Homo Sapiens, es la chaqueta de cuero con adornos metálicos para su sujeción.
La razón de la sinrazón que a la sazón se hace recuerda que innumerables grupos socioculturales han abanderado esta prenda como símbolo y reminiscencia de armadura primigenia, desde el nacimiento del rock and roll hasta los vestigios del punk. Siguen, a día de hoy, evocando esa impresión de trofeo de caza obtenido tras duras contiendas contra convenciones atávicas, evolucionadas a la par que sus sufridores. A pesar de todo, esta diatriba no viene al caso.
La susodicha baclera, como es de imaginar, podría contravenir el hecho de titular como "elegante" la chaqueta de cuero, pero esto cambió radicalmente con la aparición de la cremallera alcanforera (o alcanforada, según la fuente que se tercie). Adscrita a los primeros años de la década de 2020, pronto se trocó en una herramienta sorprendentemente útil, que facilitaba la apertura natural de estructuras anti-quinésicas (véase, una pared, una veta rocosa, una pieza maciza de cualquier material) como de elementos que ya integraban mecanismos de obertura lineal (como la cremallera básica). Sin embargo, el proceso de cerramiento que esta permitía obligaba al empleo de una cadena de piezas pequeñas muy difícil de reparar en caso de atranque o rotura. La cremallera de alcanfor fue portadora de un ejemplo rayano en el milagro termodinámico absolutamente impensable anteriormente.
Suscitó el interés del público tras haber pasado inadvertido como herramienta desde el principio de los tiempos, al permitir el empleo de dos cinchas sencillas de alcanfor como raíles para la cabeza de la cremallera; en sus formas más complejas, era capaz de abrir desde paredes de hormigón hasta organismos vivos (sin ocasionarle daño alguno, incluso pudiéndolo dividir en piezas intercambiables) sin depender de las cuatro aparatosas cadenetas metálicas que requería en un primer momento la adaptación de la cremallera primitiva. Suponía una violación flagrante de la física: un cuerpo blando podía atravesar uno duro sin apenas dificultad de instalación y utilización. Fue una revolución técnica como no se había vivido desde los tiempos de la rueda.
Asimismo, fue capaz de revertir las fatales consecuencias del abuso en la extracción de agua y las sequías radiales que sobrevinieron desde 2023, y que agrietaron considerables hectáreas laboradas y laborables, asoló zonas agrarias diversas e incluso afectó al cultivo ingrávido, muy extendido por aquel entonces en la costa este norcoreana. La cremallera alcanforera de LeCreaf & Song-Yu demostró su primacía una vez más, al descomprimir y purgar acuíferos ocultos desde la propia superficie terrestre.
Le debemos mucho a la cremallera alcanforera, que aun a día de hoy continúa desvelándonos los más profundos secretos del planeta. El futuro de esta portentosa herramienta se encuentra en el núcleo de la Tierra, al que pronto, se prevé, podrá ayudar a acceder.

martes, 20 de octubre de 2015

Niebla ciega

El pez de acero se descarga
entre la neblina descompuesta.
Circula, los ojos como faros,
extraños,
como un roto en doce huesos.

Deslizamiento entre gases verde oliva,
ondulante, lento, inaguantable.
Las paredes disolubles de aire negro
se parecen a retratos de Slackmewr,
espadas amarillas,
arcos níveos,
que respiran lenguas turbias.

El pez raro sigue, sigue,
incansable caminante que no pisa
pero deja huella en medio del agua
que flota a medio metro de un suelo incierto.

A él lo devoró,
lo devoraron los gusanos,
lo maldijeron los fanáticos
hasta que pulsó el botón.

Salió despedido hacia el cielo,
y el pez lo echa de menos,
porque nunca pareció darse cuenta
de que el último bocado tendría que devolvérselo.

sábado, 17 de octubre de 2015

Pesca de infortunio

-No tienes ni la menor idea, ¿verdad?
-No. Me caí, me tropecé, yo qué sé.
-La perdiste.
-Sí, bueno, la perdí, había mucha gente, ¿vale?
-Pues lo vas a tener difícil para salir de esta. Y yo no pienso ayudarte; no esta vez.
-Venga, Jher, no me hagas esto.
-La última vez deberían haberte arrancado los brazos sólo por soltarle la mano un momento, y conseguí que no lo hicieran. Esta vez no tiene excusa; ya sabes lo que pasa cuando se deslocaliza un príncipe de poder.
-Sí, lo sé, ¡pero, joder, no ha sido culpa mía, Jher! ¡Fue esa estúpida…!
-¡No lo digas! Seguimos sin ser suficientes, y no va a haber tiempo, Cui. Lo siento.
-Ya, imagino. Ay, joder, no me lo puedo creer…
-No lo pienses más. Ya debe quedar poco.
-No me lo recuerdes. ¿Tienes nacimiento? Para antes de que…
-Sí, sí, entiendo. Ten, toma. Yo tengo que irme.
-¡Espera! ¿Tú crees que podríamos haberlo roto?
-Estamos a punto. Dos más y lo habremos conseguido.
-Dos más… y pensar que no voy a verlo…
-Podrás verlo, desde atrás.
-Ya, claro. Eso pensaba Schyw.
-Schyw y Slackmewr también estarán atrás. No pierdas la esperanza. Nos veremos si es cierto todo lo que dicen.
-Ya los oigo. Suerte, Jher. Hazlo por mí.

domingo, 4 de octubre de 2015

Princesa china

A lo mejor lo único que quería
era ser un poquito mejor,
que esto fuera algo más fuerte,
más cierto,
más largo.
Eso es lo que me hace falta:
durar.

Todo lo que en algún momento tengo
languidece entre mis manos:
las caricias,
las flores,
los gestos,
el trocito de ciudad que se ve por tu ventana
(sí, también intenté cogerlo).
Todo pierde fuerza,
o las ganas,
o deja de echarme de menos.

Todo eso se desploma
o me abandona:
lo único que les debe de quedar
de mí
es el recuerdo un poco amargo de un polvo inesperado,
que a mí todavía me hace
encogerme de dolor al recordarlo.

No hay analgésicos para la memoria,
no hay pastillas
que mitiguen el dolor nostálgico,
ni nitrato de plata
para disolver las nubes negras
que envuelven mi pecho.
Es como llevar el otoño siempre encima
conmigo,
pero en su versión más cruel.

Mientras tanto,
ni el poeta de bronce
ni las casas del ensanche
recuerdan que llovió hace ya tres horas;
ninguno sabe
que esto que parece verano
sólo enmascara algo perdido.

Me voy a buscar mi puerta,
donde dicen que vivo.
Antes sí vivía, porque estabas ahí cerca;
ahora, como aquel que dijo,
sólo mato el tiempo.

lunes, 7 de septiembre de 2015

15 step (el Hevangita)

Se partió la rama y se cayó hasta el mundo. Para cuando nos quisimos dar cuenta, los mares lloraban óxido y los niños bajo el sol del desamparo estaban secos.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Árbol

O cayó, o la colocaron. El caso es que la semilla penetró en la tierra.
Creció, se hizo alta, rígida. Le crecieron manos abiertas, traslúcidas. Algunos nombraban su sangre y sus huesos con nombres fríos y asépticos: era mejor llamarlos "vida".
Se desnudó en invierno, incongruente, y desde entonces lo hacía cada año. Recuperaba su verde bajo la lluvia de abril. se vestía de gala en el estío con colores nuevos de flor y fruta, y en el otoño se enmascaraba, se caía, se hacía grietas.
A veces perdía los brazos entre lágrimas de savia: nunca comprendió por qué. Quizá fuera porque se daba la mano con el árbol de al lado y sus sombras huecas no dejaban ver el cielo, pero siempre creyó que no les gustaba que les vieran juntos.

miércoles, 29 de julio de 2015

Fragmentos (dos meses después)

Oh, mi agólia de primavera desnuda o vestida de amarillo, l'écran decidée par l'esprit des fenêtres ouvertes, quién o cuándo ya vendrá.

Ojos a trozos peinados,
musgo en los cristales de los pulmones,
¿y de las almas, quién sangra?

Esto es todo lo que me queda: un trozo baldío, baldobrado en los cristales de mis gafas; un corazaón agazapado y silencioso como una noche de amor en la tundra; indiscreción que pretende ser erótica, y más que lúbrica es patética, la ópera dogmática del velador hipócrita.
Ya no soy más viso de veracidad que un ciego que se apellida Estrella, y carezco de primicia o novedad en un espacio donde soy la clase de alma que, o bien permanece a la sombra, o se demuestra a las claras que no hay voluntad de sangre y otros fluidos en la cólera magnánima de un aire naranja y apático.
Mi Venezia in sole se troca en burla de entrepiernas profanadas con permiso y verdades que no se quieren conocer.

lunes, 27 de julio de 2015

Fuego

El fuego que había devorado su hogar sería aquel que le devolvería su vida al fénix.
Las llamas que abrasaron su piel fueron las mismas que en el pasado protegieron a sus ancestros.
Ahora que estaba frente a su hogar roto, gris y negro, se permitió el dudoso lujo de dar las gracias.

miércoles, 1 de julio de 2015

Sin inspiración

"Sin inspiración" no significa "en blanco", sino más bien "arrancado", "tachado", "en un cajón" o "en la papelera".
Significa que no es buen momento para forzar a la materia gris a dar color, o al menos que no estamos usando el pincel más adecuado.
"Sin inspiración" significa que, si no sabes doblar esquinas o te has cansado de buscar caminos secretos, quizás hace falta parar.

Pido perdón por no haber subido nada en todo este tiempo. Se avecina un largo tiempo libre. Estad atentos.

martes, 12 de mayo de 2015

Comentario - Kant y la Ilustración

Acerca de si vivimos en una época ilustrada o (en proceso) de Ilustración,, sería adecuado matizar la segunda opción, por la que sería más adecuado decantarse. De hecho, vivimos en la época ilustrada que pretendían Kant y sus coetáneos: una mera matización de la existencia de unos menores de edad ideológica (los no ilustrados, que no pueden acceder, por motivos económicos y políticos, a esa Ilustración), supeditados a unos tutores bienpensantes (los ilustrados), que caritativamente les dirigen en el camino que ellos consideran mejor: el de enseñarles a pensar por sí mismos como ellos.

Si esta es la Ilustración que pretendía alcanzarse, es mejor que jamás se llegue por completo a ella. Enseñar a pensar supone el riesgo de que el alumno llegue a pensar distinto al tutor, lo que le causará un temor tal que hará cambiar la educación por adoctrinamiento.

Es irrelevante, por tanto, si vivimos en una época ilustrada o de Ilustración; ambos son caminos erróneos, que llevan como estandarte una falsa libertad de pensamiento, que es la que realmente se vive actualmente. Ni siquiera una ideología respetuosa con el ser humano, y únicamente en desacuerdo con los convenios socioeconómicos, puede expresar su ideario sin ser denostada por la macroideología vigente por medio de injurias y falacias.

La gran sociedad global es el actual tutor, temeroso de que su rebaño de pupilos crezca y empiece a hacerse preguntas. El resto del ganado, que apacienta tranquilo, a menudo contribuye para que la calma permanezca, para seguir bien alimentado en su feliz rutina, sin querer pensar en si en el corral contiguo estarán maltratando a los animales. Mientras no se luche por despertar a ese sector de la sociedad, educado en el arte de la incultura y la no-reflexión, viviremos en esta pretendida Ilustración, tan bien publicitada como falsa.

sábado, 25 de abril de 2015

Street View - may. 2012

Me ha costado encontrar tu casa, la he reconocido como el primer día me enseñaste a hacer: por la gran pintada de la pared de fuera. En este barrio todo parece igual, pero es porque no saben lo que se esconde detrás de estos muros. Si se hubieran esmerado, te habrían visto; ni siquiera un bloque de ladrillos basta para ocultar tu resplandor.

Quizás, por aquel entonces, aún no vivías allí.

Pero un día, seguramente muy pronto, estarás en esa casa. Te convertirás en la reina de todo lo que extiende a los pies de tu décimo piso. Llenarás tu habitación de notas y papeles, lo empaparás todo de ti.

Y un buen día me confundirás con un caballero, me invitarás a entrar en tu palacio, me dejarás cantarte en tu cama. Me mirarás con la cabeza gacha y la boca sonriente, me besarás en cada rincón. Te ayudaré a colgar la ropa y poner la mesa, me quedaré mirando tu cuarto desde la galería como si fuera una maqueta, desde fuera nos oirán cuando estemos solos y unidos.

Por última vez atravesaré la puerta de tu casa para salir, haré esperar al ascensor y a tu madre mientras te beso y sonrío antes de cerrar la puerta. Saldré a la calle, aún no hace mal tiempo, y cogeré el bus de vuelta a casa. Cuando vuelva, si lo hago, nada será lo mismo.

La próxima vez que entre por tu puerta, me temo, me esconderé un par de minutos para llorar, porque aún sentiré en la lengua los fantasmas de nuestros besos, en las yemas de los dedos notaré el tacto del dichoso gotelé, y en el fondo de la nariz, el olor dulzón de las velas azuladas que encendías para ocultar entre sonrisas que unos instantes antes nos habíamos unido sobre tus sábanas.

domingo, 12 de abril de 2015

AMALGAMA DE [JUEVES] VERDE.

Dar raíl a la torre acerada,
amargor delirante de revisión arbórea.
Se sepa que el subversivo abrazo
del automatismo gozoso de su orquesta burguesa
provoca súbita repulsa al abad del Dolmen.

Toda forma, todo espíritu,
traicionera cazadora de agua negra,
rojo, plástico, gracia ordenadora,
cuélguenme del perchero del termostato;
atrévanse, ¿qué les pasa?

Me niego, incapaz de vida, de luz,
a adherirme al papel de torno calentador
de la revolución desaforada al añil mordiente.
Huelgas imprevistas de tenderos de palomas,
subatómica caricia tan blanca.

viernes, 3 de abril de 2015

En las reuniones de musas (Starless and Bible Black)

Qué maldita la noche
en la que al ángel roto de Pizarnik
le tienes que cortar las alas
para que no llegue al fuego.

En la que tú,
osado pintor fogoso,
te tuviste que quitar
tu reluciente coraza,
para buscar más ágilmente
el etéreo
                   término medio
                                                 de sosiego y luz.

Pues otra vez
a tachar versos
porque no puedo tacharme a mí.
¿De verdad
                        nadie ha inventado un corrector de personas?
Capa gruesa de tippex
en la línea de "absurdas esperanzas"
y en el apartado -
sí, este,
el de "buscar-generar problemas"
mejor una pegatina
                                          de formulario clínico:
tiene opciones marcadas
y me ayuda a no pensar.

Pensar
en un "lo siento" que no vale,
en una vuelta de tornas
en un "ahora entiendo que sea tan difícil."

Te sobró corazón, chico de luz,
y te faltó la suerte.
Pero más le faltó a ella,
que sin buscarse se encontró
con una salida que se quedó atascada.

"Que guapo estás sin gafas
y con los ojos llorosos",
se dice para no pensar
en cómo estará ella,
y sobre todo
                          que seguramente sea mejor así.

Te veré en estos bares nuestros
donde nos sentimos como en casa.
Te pido perdón,
                                 te doy las gracias,
y elegantemente
hago mutis por el foro.
En tu sombrero, esta nota:

"Perdona que este poema
no sea tan bueno
                                     brillante
                                                        azul,
como te mereces.
Soy el corazón confundido de Jack,
y me has conocido en un momento extraño de mi vida."

martes, 31 de marzo de 2015

Rezo espontáneo para noches de vacío

Padre
defiéndenos de la nada.
Pon algo
             entre las costillas
que haga música por la noche
y nos lleve a la calma.

Padre
dame miedo
para tener algo que me haga
pensar
           partirme
                         que tire de mí-
que me haga escribir
"Instrucciones de montaje para almas lacrimosas"
y me obligue
a hacer inventario de mis propias piezas.

(Pausa para una risa triste, una niebla tenue se asienta en el corazón)

Padre
ponme en mi sitio,
porque aquí no hay quien se aclare.
Si no me quieres dar luz
enséñame
                a hacer linternas
                                         que calienten corazones,
para hacer arder el interior de un globo
que me levante el ánimo.
Dame una mejor letra,
noches más tranquilas,
seriedad
              y coherencia.

domingo, 22 de marzo de 2015

Omne

Nada es la sólida caja fuerte que tiene en el pecho quien puede sonreír con la cara empapada en sangre.

Nada es la niebla gris que envuelve los telediarios y nos pone un velo en los ojos cada día. Lo colocamos entre las sábanas, dormimos bajo su fósil cada noche. Cada día se hace más pesado.

Nada es subirse a gritar a un ciruelo y permanecer inmóvil ante la lluvia de piedras de los que no quieren limpiarse la bruma del rostro.

Nada es un orgasmo color hueso que deja un poso ceniciento en el corazón y una sonrisa marchita sobre los labios que intenta infundir calma pero que carece de significado.

Nada es una máscara de porcelana con la que mirar al mundo y esconder la vergüenza.

Nada es un día plomizo en la mirada de quien te ama y se confiesa a sabiendas de que se romperá el corazón. Nada es el ardor en la frontera de tus párpados al comprenderlo, pero sin lágrimas que lo alivien. Vuestras manos colmadas de dolor no quieren separarse ni pueden estar juntas.

Nada es una mano en tu hombro cuando todo en lo que creías se desvanece. Cada segundo que permanece posada impregna tu cuerpo de desconfianza, pero te abrazas a esa calidez zumbante y desde entonces tus sonrisas parecen cicatrices.

Nada es un aleteo insomne en un cuarto oscuro cuando no puedes conciliar el sueño.

Nada es menos que poco, pero en la nada cabe todo, porque quien no cree en nada está hueco, y por la nada desbordado.

lunes, 16 de marzo de 2015

Peso

La inmensidad inabarcable del mundo dormía. Respiraba lenta y gravemente: una inspiración profunda como un deshielo inaudible, una exhalación larga como la curva ciclópea que impulsaba al océano insomne en su giro interminable, en el que acunaba aquel sueño con su vibrante peso y su presión calmada.

Todo se sostenía en la quietud. Notas densas, graves como el bramido de un trueno sonaban sin ser escuchadas. No había cielo ni tierra, sólo una penumbra helada en la que el azul intenso y la negrura más absoluta se abrazaban en miríadas de matices, distantes, fundidos. Y en ellos había algo más.

Una nada nítida, una gota de ímpetu que empujaba un color hacia otro, trascendiendo horizontes que un opresivo segundo antes no existían. Una furia lenta, pausada, sin ritmo. Y un vaivén perpetuo que, oscilando entre la extinción de un silencio y el preludio de un próximo rugido, combaba las olas en pautas desordenadas.

El piélago respiraba su propia potencia, densa y oscura, acompañado de un arrullo incesante y cadencioso como una catarata ingrávida, un fluir sosegado al que se unían los penetrantes índigos y negros en ondas curvilíneas, para después disgregarse en reflejos titilantes bajo la bóveda argentada. No había cielo ni tierra, únicamente una fuerza estentórea e irrefrenable, pausada como un impacto que nunca termina de descargar su fuerza, y un infinito gradiente de azules que se fragmentaba y reencontraba, meciendo su cuerpo carente de horizontes con energía inagotable, en un imperturbable empuje sin oposición.

domingo, 15 de marzo de 2015

desorden

Frente a damas felizmente levitantes
sobre el tapiz de un horizonte absurdo,
y Cristos cabizbajos en suspensos abismales,
se nos muestran reveladas
(¡milagro, milagro de la técnica!)
las geometrías secretas a todas luces,
que sembradas, germinan,
y dan fruto admirativo
de inutilidad flagrante.

Palabras en bocas de necios,
que a escondidas y entre aceros
constriñen calírias llorosas e inocentes,
en cajas de dimensión optimizada,
de esquinas tan perfectas que cortan con mirarlas.
Las riegan proporcionadamente,
no crecen al azar,
sino en abonos polinómicos que insisten
en tenerlo todo ¿ha notado?
en cuadernos de contable.

Y el mesías de las rectas aparecidas
proclama la palabra de una fe apuñalada:
"¡Vigilen, calculen, que el azar ha muerto al fin!
¡Numérense, tengan medida!
Y recuerden: criterio de utilidad."
En la danza torpe del destino
se cruzó la combinatoria maldita:
"Disculpe, mortal,
¿le importaría acercarse un poco más al cruce?
No se preocupe: está todo bien medido."

La mecánica se ha vuelto fascista,
y la mismísima vida se ha visto
reducida a potenciómetros.
Naturaleza, lo lamento: desasosiegas.
Resulta mucho más relajante
el solfeo en ecuaciones
limitarlo todo a cifras para quien no sabe sentir.

Matar el hemisferio derecho,
calculadoras sobre pinceles.
Las esquelas de espíritus creativos
se ahogan en el ardor aséptico del pragmatismo,
como lánguidas esferas sin reflejo
de su propia naturaleza de desorden.

 Enterradla, ingratos. Lloradla, que no volverá.

domingo, 8 de marzo de 2015

Spléèn (a Baudelaire)

Y cómo mejorar,
si entre las malditas paredes de mi cráneo
no hay más que aire gris y sucio.

Escribo por inercia,
que es peor que dolor:
si sufro y sangro tinta
todo se hace
                    al menos
                                  un poquito
                                                   más fácil
 porque puedo dar a luz
a preciosos ángeles llorosos,
efigies de belleza y agonía.
Ellos sufren por mí,
yo me llevo los aplausos.

Pero de eso ya hace mucho.

Últimamente me ahueco,
resueno un poco más
cuando me balanceo,
inestable,
no pongo puntos ni comas a mis pasos,
y me golpeo con las paredes,
                                            o con las personas,
                                                                          que a veces
                                                                                             es lo mismo.

Las noches, cada día
un poquito más oscuras;
las cuerdas de guitarra
que devoran la distorsión,
nunca tienen suficiente;
y en el cielo que creamos
ya tan solo quedan ruinas.
Se acumula el polvo,
amontono espacios en blanco
en una esquina,
y debajo de la alfombra
meto todo el gris que no me cabe dentro:
las migrañas
                   los besos y caricias olvidadas
                                                                tu chaqueta preferida (por mí)
y un trozo de riff
que nunca llegó a nacer.

Qué oscuro se ve el mundo
sin tu pelo de fuego
alumbrándome el camino.
He perdido hasta el miedo
a no escuchar tu corazón
para tener un compás que seguir.

Mira,
ahora el hombre hueco
silba una canción
que le resuena en el pecho,
y se pregunta:

y para qué replicar,
si ya no queda color,
si todo se sumerge
en el gris
que antes me gustaba tanto.

 Para qué sufrir
si siempre hay cerca
algún alma
(quizá no tanto)
que me deje esconder
las penas
en su caliente V.

Para qué esforzarse
en correr,
si la angustia
siempre espera
en algún lugar
del que,
en cuanto llegues,
no te querrás mover.

Y por qué no,
si en la noche
lo único
que sobra
son demonios.

jueves, 5 de marzo de 2015

Soneto retorcido #2: Calíria

He aquí mis versículos de acero,
tinta que empapa mis venas de plata.
Hoy el sol azul salió primero,
al que tu alma verde agua desacata.

Me contraigo y me deshago a tu llamada
en la plaza que reina en la noche tibia,
esta feérica penumbra malhadada.

Caderas de blanca belladona,
dulce tallo de suave y áurea desnudez,
en tus labios la desgracia me abandona,
y bajo tu ombligo me invade la mudez.

Crepita al amanecer mi voz truncada;
ya te escapas con anhelos de calíria
y el estruendo de cristal de una cascada.

Tu alma rota contra el cielo desespera
por si la proxima noche no está entera.

domingo, 1 de marzo de 2015

Indeciso

Debería darme prisa, ¿no?

En cualquiera de los casos
(por si con uno
me quedaba corto),
todo se acabará pronto.

Simplemente espero
un poco de paz,
de luz.
Vivir(la) al día,
o al mes;
ahuyentar a sus tinieblas,
que se espanten con las mías.

Decidirme
entre una luz cenicienta,
que no sé si me deslumbra,
o tan solo sé que brilla,
y otra alma más oscura,
que creo que encaja mejor,
con la que poder
hacer música
en sus escarpes.

No me puedo dividir,
y quizá es recomendable.
Pero no soporto
pensar
que acabaré jugándomela,
y por el maldito azar
apuntaré
hacia el lugar
menos indicado.

Además
                   de indeciso
                                             soy un puto inoportuno.

domingo, 22 de febrero de 2015

Bright punk

O te tomo como musa,o te convierto en veneno.
Te beberé de un trago, no lo dudes;
todavía busco un vicio pálido.

Quiero arrepentirme de mí mismo
y reflejarme en tu melena,
vivir sin un futuro
                            que se aleje
                                                de sábanas y arrugas tibias.

Vistes el mismo gris
que mis cielos favoritos
y mi ropa de batalla:
¿te escondes?
Pues los ojos no te dejan.

Para mí serías peor
que una colilla alquitranada,
y mira que odio el tabaco,
pero te fumaría hasta los huesos.
Tú no tienes la culpa
soy solo yo
                  que me afano
                                        en tocar fondo,

y en llorar tanto y tan fuerte
que mi guitarra no lo ahogue,
y en seguir dándome pena
por no saber olvidar.
Por no entender
                         que como ella
                                                 no habrá nadie.

viernes, 20 de febrero de 2015

Unlighted and breached (elegía de vergüenza)

Si escribiera sin pensar,
no lo haría con tinta,
sino con sangre;
hoy he amanecido en rojo,
y no sé si se lo debo
al camarada Vladimir,
o a que mi maldito diente
se clava igual en mí
que todo lo que he hecho mal
en el tiempo en que se seca un clavel.

Me sabe la boca a metal,
quizá porque el corazón se asoma fuera,
y le gusta el panorama.

Por otro lado, no me extraña.
El viento se vuelve en contra,
los adoquines se levantan
y te hacen tropezar,
la ciudad que pintas nunca será bastante hermosa,
y todo ello nos arrastra
a una solución desesperada.

La mejor opción sería
entregarme a un nuevo vicio,
arrepentirme del camino,
abrazarme a un cuerpo cálido,
fingir que amo,
arrepentirme después,
y volverlo a hacer.

jueves, 19 de febrero de 2015

Fluorescent Girl (ABCBCBCA CBACACBC)

Ladrillo tras ladrillo reluciente de hilos rojos,
entintados en la noche de diez labios de neón,
no recogen tu camino de pisadas de ángel triste,
de caricias destructoras como ruedas de camión.
Como sangre fluorescente del corazón que perdiste,
que acabó abrazado al mío entre cenizas de pasión.
Nunca llegaré a saber si fuiste dulce por despiste,
o si fueste tan traidora para verme hecho un despojo.

¿Volverás a amenazarme, belladona azul en ristre,
o me soplarás sin odio como a un diente de león?
No me creo que aún te quede ni una pizca de tu arrojo;
se quedó en los pliegues negros de la noche que desvistes,
en los brillos rosa y blanco de tu ajuar frente a mis ojos.
En mi pecho empalizado establezco mi bastión,
asfixiado en las canciones que hace un siglo que me diste.

viernes, 13 de febrero de 2015

Ash and marble muse

Tu sagrado pelo de arce besa el suelo,
y en el cielo de tu pecho que persuade,
con tu pálido calor remonto el vuelo,
y de tu ropa de niebla mis manos son clave.

martes, 10 de febrero de 2015

Soneto retorcido

Mi lápiz ya no significa nada.
Soy apenas un actor muñequizado,
descolgado por la oscura balaustrada,
sostenido por los versos más delgados.

Quiero volver a volar medio torcido,
a despojarte de tus ropas grises,
y a hacerte el amor, y caer rendido.

Ya me veo en una lucha encarnizada
contra una parte de mí que había olvidado;
dice que esta solución desesperada
no suple al ángel del que me he separado.

Y es que me harta vivir medio dormido.
Mi corazón frente a esos ojos no resiste,
y solo en mi propia noche estoy perdido.

Qué arma esconderá en su ropa holgada,
que libera más sangre que una espada.

domingo, 8 de febrero de 2015

Oxford's Angels (sueño artificial)

mirando, estupefacto, el reencuentro entre el verde de las hojas mecidas por el Soplo y el ámbar del astro que devolvía el color a la materia conforme empezaba a asomar su cumbre por una región aleatoria del horizonte.

-Define lo que es una familia -aquella amigable exigencia puso en marcha su mente.
-Una lámpara -dijo después de un momento-. Un azulejo.
-Pero no para un tiburón.

El huevo del sol, ya totalmente separado de la línea de tierra, ocupó de repente un espacio protagonista en la pantalla. Lo señaló.

-Eso sí. Pero no para una planta.

Hizo un amplio gesto hacia la hierba y los árboles.

-Te acercas. Sigue insistiendo.

Se incorporó sobre los adoquines luminiscentes que marcaban camino en aquel barrio de la noche, empujando las sombras hacia las esquinas. Caminó a su lado.

-¿Los tiburones sienten a su familia?
-Posiblemente no.

Los fluorescentes del autobús sangran un resplandor blanco verdoso que les separa toscamente del exterior sórdido y melancólico. Mira a una chica, apoyada contra la ventana unos metros más adelante. Sonríe, le devuelve la mirada y baja la cabeza, con la curva de sus labios aún iluminando su cara. Finge recolocarse los auriculares y abstraerse. Es bonita.

-Entonces la familia es lo que tú elijas.
-No. Matiza. Cambia de pincel.

Entrecierra los ojos para tamizar la luz solar, que tras una larga mañana ha logrado arañar las densas nubes, y empiez a dar calor a las calles y edificios. Sus piernas cuelgan por el borde de la cornisa de cemento de la azotea. La ciudad se ve de otra manera. Él prefiere quedarse de pie.

-Es todo lo que quieres, o que te quiere.
-Tal vez. Creo que casi estás.

Se gira para mirarle a los ojos.

-Lo que te ayuda... a seguir.
-Y que te recuerda dónde estás.

Calla un instante y sonríe.

-Una devonía.

Nueva sonrisa.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cuartetos sueltos

Las muchas razones por las que había dejado esto un poco abandonado tuvieron relación con los estudios, la falta de inspiración y el estado anímico en general. Pido disculpas.

Os presento tres cuartetos sueltos que me gustan particularmente (estoy aprendiendo a rimar). Pronto seguiré subiendo cosas:

Alzado contra tus labios de agua,
enfrentado a tu mirar infinito,
me veo deshojado, hecho trizas;
no te veo alrededor, muero, grito-


Un dirigible henchido en plomo,
un trozo de arce torrefactado,
ojos de halcón, cadenas frías,
un corazón polvoriento y desenchufado-


Seis caricias de verde viento,
tu mar azul sobre mi atardecer,
mis luces rojas de piel de cemento,
tus ojos de neón, y nada que perder.

lunes, 12 de enero de 2015

Penicilino (o sonata para mesa de mármol y café aguado en lágrimas)

Tenía la maldita corazonada, pero ojalá la hubiera tenido un poco antes (o un poco más fuerte); de haber sabido que aquel sería el último beso, me habría esmerado un poco más.

Todo fueron lágrimas, todo dolor por su parte y por la mía, y una ligera nota de enfado que me vi obligado a aportar cuando hizo su aparición un desconocido que vendía "poemas a la voluntad". Precisamente cuando mi voluntad estaba terminando de escurrirse por mis ojos. Posiblemente, en aquel momento yaciera sepultada bajo la montaña de pañuelos húmedos y fríos que sólo ayudaban a reafirmarme en la realidad: era cierto que se estaba acabando. Se había acabado ya.

Igual que el maldito café, que se quedó frío, y tampoco recuerdo si llegó a probar tus labios. Tengo una vaga imagen de un vaso vacío, pero igual era una mera invención de mis ojos, su muda forma de avisarme de que ya no quedaban lágrimas saladas que echarme a la boca.

Es curioso lo claramente que recuerdo la normalidad detodo el ambiente a nuestro alrededor. La ruptura del pequeño y hermoso copo de nieve que habíamos creado no fracturó el equilibrio de lo que nos rodeaba; aquellos dos chicos siguieron hablando de política, el hombre siguió tratando de vender sus poemas, y por supesto, el café se enfrió.

Ninguno de ellos se dio cuenta de lo que acababa de suceder. A ninguna de aquellas personas se le pasó por la cabeza que, si tardábamos tanto en salir afuera, fue porque teníamos miedo de hacernos cachitos nada más poner un pie en la calle (al menos, eso temía yo). Allí dentro ya estábamos rotos, pero también estábamos juntos, y cogidos de las manos manteníamos en equilibrio nuestras esquirlas. Todavía sentía en mis labios aquel último beso; ligero, apático, de boca seca y agrietada. El beso de una mujer que ya no me amaba.

Y realmente, no la culpo, porque no fue culpa de nadie. Las circunstancias nos hicieron esto, y yo, aunque ella me eximiera de toda responsabilidad, habría preferido responder en su momento a la maldita corazonada, y haber sido la mitad de valiente y honesto que fue ella.


sábado, 3 de enero de 2015

Suerte


Suerte, compañero, porque te entiendo palabra por palabra. No he tenido la suerte de vivir lo que has vivido, de conocer, de escuchar, de llevarte esas sorpresas, mejores o peores, y de haber vivido tantas "coincidencias" rayanas en lo imposible. Pero en eso se basa todo lo que he leído de ti: que hasta a lo imposible se le puede dar forma para agarrarte a ello y traerlo al mundo real.

Puedo decir que pocas obras de arte me han hecho llorar, pero esta lo ha logrado; me has hecho traer de vuelta miradas y momentos que creía tener como mínimo olvidados, pero por encima de ello has logrado (y nunca he sido un genio para la empatía) que me viera ahí dentro, viviendo lo mismo que tú, riéndome con las mismas bromas, notando mi corazón acelerado de esa forma convulsa cuando notas que algo muy grande va a suceder, y llorando, simplemente, porque era real.

Gracias, drugo, porque has hecho más que escribir un libro que provoca un boom y luego se olvida en un estante polvoriento. Has pegado un puñetazo al maldito baúl de los recuerdos que creía tener bien atado, y al abrirlo me has hecho reencontrarme a mí mismo más pequeño, más idiota, más o menos feliz; en otras situaciones que creía ya muertas y enterradas, entre los brazos de otras guitarras. Y todo ello, precisamente, por contar algo real y clavar a machetazos en mi memoria esa banda sonora que quizá en algún momento se convierta también en mía.

Me has hecho… no sé si más sabio, pero sí distinto; me has hecho reafirmarme en muchas cosas y hacer que cambie de parecer en otras. Me has demostrado que, igual que siempre hay alguien más hundido que tú cuando te sientes mal, también hay alguien más alto que tú cuando piensas que ya has alcanzado la cumbre (y que, en ambos casos, lo mejor y lo peor, que nunca es tal, le puede pasar a cualquiera).

Creía que no habría nadie que me sirviera como espejo más o menos fidedigno de las cosas tan buenas, malas, pero sobre todo raras que me han pasado, y obviamente, has hecho cachos también esa idea preconcebida (también me has dado una buena lección: no hacer demasiados planes inamovibles). Y poco más se puede decir.

Me basta con darte las gracias por lo que has hecho, por lo que me has enseñado a lo largo de todo el libro, por atreverte a hablar de la realidad sin disfrazarla, sin ningún tapujo ni pretensión. Sólo ser sincero, y hacer así que me sintiera de una forma tan distinta. Por contar algo de verdad y compartirlo.

Suerte, camarada, aunque no creo que te haga falta, porque es imposible que con semejante valor y corazón no consigas algo que el destino ha escrito con un cuchillo en su propia mano. Pero, aun así, suerte con todo lo que te encuentres, y te mando esta promesa: cada puñetazo se cura y te hace la piel dura, y cada caída te recuerda la próxima vez que tengas cuidado con ese bache que hay en la calle que pisas todos los días; y por todo ello, prometo que irá bien. ¿Cómo podría no ser así, con un amor que haría que Dios y el Diablo lloraran en el hombro del otro? ¿Cómo, si no luchas con espada y escudo, sino con las manos abiertas y una canción en los labios?

Suerte, y me atrevo a llamarte amigo, y un abrazo emocionado de alguien que no esperaba encontrarse en algo tan real. Al final resulta que me conoces tanto como los que componen esas canciones que suenan a nosotros.

(P.D.: durante toda esta carta ha sonado “No sé cómo te atreves”, la primera canción de Los Planetas que me hiciste oír y de la que ahora estoy también enamorado. Otra cosa por la que te doy las gracias).

Pegatinas

Es la única manera que tengo de tatuarte, mi niña anodina; no lo dudes, siempre fuiste deseada. Es mi único modo de colorear tu piel color crema, de impregnarte un poco de lo que amo en este mundo. También puede ser simplemente una armadura de plástico con adhesivo.

Habrá quien maldecirá mis huesos porque a ellos les parece un agravio, pero yo te veo preciosa. Te estoy pintando poco a poco, porque necesito tener todos los ojos que pongo sobre tu cuerpo cerca de mí; cuando te abrace y te acaricie querré ver en ellos que me los merezco, y cuando me irrite o me vuelva loco, que me recuerden por qué estoy luchando.

Cada motita de pegamento es un beso sobre tu cuerpo, mi amiga, mi amor, más que hermana. Y por cada pequeño triunfo, te impongo una medalla al mérito de no agrietarte, de superar barreras, de hacer duras las yemas de mis dedos. Y quien se atreva a derrotarte, que lo intente, y te otorgaré el último trofeo que te queda: el de haber logrado que te ganen.